6. EL PERJURIO

INTRODUCCIÓN

En la ley bíblica se considera el perjurio como una ofensa muy seria. Precisamente debido a que los procedimientos de la ley bíblica descansan, no en la autoinculpación a la fuerza sino en el testimonio honesto, todo perjurio constituye una destrucción de los procesos de la justicia. La ley, pues, es explícita y severa en sus actitudes en cuanto al perjurio:
Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo Jehová (Lv 19:12).
Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo. La mano de los testigos caerá;
Primero sobre él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti (Dt 17: 6, 7).
Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él, entonces los dos litigantes se presentarán delante de Jehová, y delante de los sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días.
Y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano, entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti. Y los que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer más una maldad semejante en medio de ti. Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie (Dt 19: 16-21).
El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará (Pr 19: 5).
El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras perecerá (Pr 19: 9).
Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio (Pr 25: 18).
La ley contra el falso testimonio se reitera repetidas veces en el Nuevo Testamento (Mt 19: 18; Mr 10: 19; Lc 18: 20; Ro 13: 9, etc.).
La ley equipara al perjurio con la blasfemia, puesto que es la justicia de Dios lo que se ofende (Lv 19:12).
Los sacerdotes tienen una parte en los tribunales, pues el juramento del testigo lo hace al Señor, «delante de los sacerdotes y de los jueces» (Dt 19: 17).
Los tribunales son inexorablemente establecimientos religiosos. La ley que administran representa una religión y una moralidad, y los procedimientos de un tribunal descansan en la integridad del juramento bajo el cual se da el testimonio.
Los tribunales humanistas están, pues, condenados a declinar en integridad y a colapsar en una injusticia radical, porque todo hombre se vuelve su propia ley y su propio tribunal. Tanto el juramento como la ley son religiosos; altérese la religión detrás de ellos, y la sociedad estará en revolución.
Así, es evidente, primero que nada, que el perjurio es una ofensa religiosa tanto como civil y criminal. Aunque la Biblia pone severos límites a la capacidad de un tribunal o de cualquier hombre de invadir la mente de un individuo, declara con claridad que todo el testimonio que se exige legalmente debe ser un testimonio veraz y fiel, o de otra manera se ha cometido un delito contra Dios y el hombre.
Las culturas paganas esperaban falsos testimonios y se apoyaban en la tortura para extraer la declaración deseada, fuera esta verdadera o falsa. Debido a que la ley bíblica no permite la tortura ni el testimonio más allá de ciertos límites, requiere la veracidad más estricta dentro de esos límites, o de otra manera se corrompería la justicia. Como la Biblia respeta a la persona, requiere mucho de la persona y por consiguiente castiga a la persona que no mantiene la norma que Dios ha ordenado.
Segundo, la presuposición de la Ley bíblica es la responsabilidad y culpa individual.
La Biblia no es ambientalista en su explicación del pecado. Deuteronomio 17: 7 concluye: «Así quitarás el mal de en medio de ti». El comentario de Waller de esta frase es muy significativo:
El mal. La versión griega traduce esto «el hombre malo», y la frase se toma en esta forma en 1ª Co 5: 13: «Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros». La frase ocurre con frecuencia en Deuteronomio, y si vamos a entender que en todos los lugares en donde aparece «el malo» se debe entender un individuo, y tomarlo en el género masculino, el hecho parece merecer que se lo note en consideración a la frase «y líbranos del mal» en el Padrenuestro. En realidad no existe la perversidad en el mundo aparte de un ser o persona perversa.
El mal no existe en lo abstracto. Cuando nos vemos frente al pecado, nos vemos frente a una persona o personas, y tenemos que habérnoslas con esa persona.
El enfoque ambientalista separa al pecado de la persona y lo pone en su ambiente, que fue precisamente la tesis de Satanás en Edén. Puesto que en última instancia Dios es nuestro ambiente, esto significa que todo ambientalista en esencia está en guerra contra Dios.
Este punto es de importancia especial. Los ambientalistas disfrazan la cuestión básica con su apelación sentimental. Un dicho común es que debemos «amar al pecador y detestar el pecado». En términos de las Escrituras, esto es una imposibilidad.

EL PECADO NO EXISTE APARTE DEL HOMBRE; NO EXISTE COMO UNA ABSTRACCIÓN.

No hay asesinato, excepto donde hay asesinos, ni adulterio donde no hay adúlteros.
El homicidio y el adulterio existen como violaciones posibles de la Ley por parte de personas. Al hacer separación entre el pecado y el pecador, se separa el juicio de la realidad, la persona, y se le pone sobre la posibilidad, el pecado. Debido a que el pecado es posible porque Dios creó así al hombre, el juicio y la culpa por esta posibilidad se le transfiere así a Dios.
Como Adán le dijo a Dios: «La mujer que me diste por compañera medio del árbol, y yo comí» (Gn 3:12). Adán, pues, le echó la culpa a Dios por haber creado la posibilidad. El ambientalista siempre está en guerra contra Dios.
Tercero, el castigo del perjurio se da en términos del principio de ojo por ojo.
Aquí, Wright sorpresivamente va al punto:
El principio de ojo por ojo es en lo que se basa la ley israelita. Es uno de los principios más malentendidos y más malinterpretados del AT, debido al hecho de que de manera popular se piensa que es un mandamiento general a tomar venganza. Tal comprensión es completamente errada. Ni en el AT ni en el NT tiene el hombre derecho a tomar venganza. Eso es un asunto que se debe dejar a Dios.
El principio de ojo por ojo es un principio legal que limita la venganza. Es para que se guíe el juez al aplicar la pena, que debe ajustarse al delito cometido. Por tanto, es el principio básico de toda justicia que se administre legalmente.
Este principio quiere decir que, en los casos en que la vida del acusado está en juego, se debe ejecutar al falso testigo. Si lo que está en juego es una restitución de $1000, el testigo falso debe hacer un pago de $1000. El castigo se le aplica al perjuro.
Es importante darse cuenta de que esta ley bíblica fue en un tiempo una parte de la ley estadounidense. Todavía está en los libros en algunos casos. Clark notó que «en la ley de Texas, cuando se comete perjurio en un juicio de un delito capital, el castigo del perjurio será la muerte (Ver 32 Tex Jur 825, par 40)».
En un tribunal de California, se dijo:
Es tiempo de que los ciudadanos de este estado (California) se den cuenta de una vez por todas de que el mandamiento bíblico: «No hablarás contra tu prójimo falso testimonio», ha sido incorporado en la ley de este estado, y que toda persona ante todo tribunal, funcionario o persona competentes, en cualquiera de los casos en que tal juramento se deba prestar por ley, de manera voluntaria y a pesar de tal juramento presente como verdad cualquier asunto material que sepa que es falso, será culpable de perjurio, y eso será punible con privación de libertad en la prisión estatal por no menos de uno y no más de catorce años. People Rosen (1937) 20 Cal. App. 2 445, 66, P2d 1208, 1210 (McComb J).
En algunos estados por lo menos, si un fiscal a sabiendas introduce un falso testimonio, el veredicto se anula porque al acusado se le ha negado un juicio justo.
Los libros apócrifos nos dan un famoso relato de la pena de muerte que se aplicó a dos falsos testigos que testificaron contra Susana. Se dice que «según la ley de Moisés les hicieron de tal suerte como ellos maliciosamente intentaron hacerle a su prójimo; y se les hizo morir».
Cuarto, la ley prohíbe la compasión hacia el perjuro, y, en general, hacia los malhechores: «No le compadecerás» (Dt 19: 21). En particular, la compasión hacia el que da falso testimonio es una emoción radicalmente rebelde que nos alinea con los que están destruyendo el orden social. Un orden legal cristiano no puede sobrevivir al quebrantamiento de sus tribunales, y toda tolerancia del perjurio, y de los falsos testigos en general, disuelve la justicia y la comunicación, y atomiza a la sociedad.
El hecho de que el perjurio quede relativamente sin castigo hoy, y que en general se tolere el falso testimonio, no es un aspecto pequeño de nuestra decadencia social.
Quinto, el significado de la frase: «así quitarás el mal de en medio de ti», ya se ha citado, y también en relación con el Padrenuestro. La petición: «líbranos del mal» (Mt 6: 13), se traduce mejor: «líbranos del malo». El mal, de nuevo, no es abstracto. Es Satanás, y es toda persona perversa del mundo. Inmediatamente después de esta petición se halla la doxología «porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén» (Mt 6: 13). El reino, el poder y la gloria le pertenecen al Dios trino, y no al perverso.
Los que adscriben a conspiraciones ocultas un control radical paso a paso sobre los hombres y eventos están adscribiéndole el reino a Satanás y son satanistas. Éste es el más grande de los falsos testimonios y es perjurio.
El mal es serio, cruel y mortal porque los pecadores son así. Necesitamos orar para que se nos libre del malo. Se nos da la ley a fin de enfrentar a cualquier malo. Castigar al perjuro sin compasión. Hacerle a él lo que él quería hacerles a otros. Actuar siempre contra los que dan falso testimonio, roban, asesinan y de cualquier manera pisotean arrogantemente la ley de Dios.

Compadecer al justo, las víctimas, los ofendidos, los pobres y los necesitados, las viudas y los huérfanos, pero actuar contra los inicuos. «Así quitarás el mal de en medio de ti».